jueves, abril 26, 2007

El cadáver de una puta

Esa gabardina que llevas es cojonuda amigo.

26 de abril

Tras finiquitar una historia, los derroteros vuelven a ser los marcados en los albores de esta tribuna, aunque las formas, nunca han cambiado.

Tras cada sonrisa de hiena, tos sempiterna de tabaco y otras sustancias más estupefacientes, esconde la burla de la alergia a la razón, estupidez congénita hereda sonrisa al más puro estilo Jack Skellington. Intransigencia de niño en busca de su caramelo en un tamaño de tal y con un jamelgo despulgado y cada más absorbido por la sangre que le chupa (y que será lo único que le chupe) al lado.

Las putas se cuelgan, parece, de algo más que de la droga común, y cuando no consiguen lo que pretenden, con artes desesperados y retozando en su infantilidad por madurez sesgada aprovechan a los pobres incautos que con malas artes atraen para realizar los más sucios trabajos.

Pobre infeliz abandonado a la postre por si pobre ignorancia, buena voluntad de pene enfundado en su pobre calzón. Espera de nuevo una triste oportunidad que le salve de la más triste de las verdades, de lo lamentable de su inocente pasado por el que vende su alma a la desesperación y al interés.

Y todo por el cadáver de una puta.

domingo, abril 22, 2007

Una historia del club (XII)

This is the End, my only friend the end.

22 de abril

Capítulo 12: La versión del ¿DR?

Me han descubierto…
Lo sé, el tono de Scooby no era normal, algo extraño está sucediendo. Valente se ha despistado y el pasmarote se ha ido de la lengua. O lo que es peor, el gato jachondo me la está liando gorda…Pero no acaba de encajarme, ese minino me ha sido leal siempre y me sigue follando con pasión, eso no se puede disimular, me ama como yo a él. Los malos años del trullo crearon este vínculo, dicen que los amigos de la cárcel no te traicionan nunca pero… han pasado ya tantos años desde lo del zoo.

Sin embargo, recuerdo como si hubiera sido ayer la cara de American_Graffiti, aquel astuto bofia que debajo de su apariencia descuidada escondía una inusual brillantez en su trabajo, mientras me decía:
“Ke, passssa, tron… xDxD. Ke digo ke las kagao… jijiji”
De nada me valió intentar saltar el muro y volver dentro del zoo, la adrenalina también tiene sus limitaciones.


Calma, no debo ponerme nervioso, esto no es más que una de mis habituales paranoias. El poli está acabao, sólo beber y leer pornografía, y por si fuera poco tengo al gato controlándole. No, decididamente no ha cantado. Claro que le conviene no cantar, la nómina del club por sus servicios es tan abultada porque es el guardián del secreto, no por los dos días al año que nos dedica.

Veo imágenes de aquel día, a mis espaldas el centro penitenciario, frente a mí el risueño Doctor dándome la bienvenida a su proyecto de rehabilitación para delincuentes sexuales. Gracias a mi abogado, pude acogerme al programa y reducir la pena en seis años, a cambio de prestarme a los experimentos de aquel chiflado.

¿Y si ha sido Helena? No, no la creo capaz. Helena lo supo el primer día pero jamás se atrevería a decirlo, es inmenso su temor a que la tomen por loca. Ella, como todo el resto de la gente, no mostró ninguna extrañeza cuando me hice pasar por primera vez por el Doctor, el hecho de pasar en un solo día de medir 1,52 y aparentar 60 años a medir 1,96 y tener el cuerpo de 25 no podía sorprender a nadie que conociese el inmenso talento investigador de Flagg en materia de crecimiento y regeneración de tejidos. Pero llegó el momento de pasar por la alcoba.

Allí descubrió el secreto. No quiero ni pensar el peazo ciruelo que debía tener el fenómeno, porque no necesitó ni que me quitara los calzoncillos:
“¡Tú no eres Horatius! ¡¿Qué has hecho con él, canalla?!” aún resuenan en mi cabeza aquellos gritos. Tres minutos después ya se había ido. Para siempre. Eso sí, en los tres minutos le dio tiempo a dejarme todas las camisas planchadas y hacerme unas buenas patatas con chorizo. Esa noche, sólo no follármela me separó de la felicidad completa, ya era alguien, por fin, alguien respetado, el gran Horatius Bartholomew Flagg.


Debo tranquilizarme, voy a ponerla otra vez. El efecto de esta película es relajante, siempre consigue devolverme los pies a la tierra. Sin “Sommersby” nunca lo habría conseguido, la vi y reví, la aprendí hasta el más nimio detalle antes de dar el gran golpe, adopté los modos del gran Gere y sus artimañas sicológicas y volví al pueblo a coger lo que era mío.
Voy a vestirme. Odio hacer esto, malditos trajes de Olivier no sé qué, me gustaría tanto volver a sentir en mi piel el suave tacto del denim de unos jeans de Carrefour… cómo añoro mis Paredes cada vez que peleo durante dos minutos con el horrible cuero moldeado con amor de madre por ese zapatero italiano al que con gusto mataría con mis propias manos. Pero no tengo alternativa, Flagg puede crecer 40 cms. en un día, pero renunciar a su estilo… eso me delataría a 300 metros de distancia ante cualquier conocido del Doctor, por poco tiempo que hubiese pasado con él.

Me veo más joven, entrando en el despacho de la clínica. Flagg me sonríe como siempre, va a comunicarme una buena noticia: He teminado el programa con éxito, como premio pasaré la noche con dos gallinas jovencitas y mañana seré libre. Pero yo tengo otros planes, quiero mis tierras, quiero mi casa, quiero a Jodie Foster. Cojo una de las gallinas y la introduzco en la boca del Doctor, sin desvestir ni nada. Unos espasmos, un gesto en los ojos… ya soy Sommersby

Me cuesta emprender el camino al club. Aunque soy el que más cerca vivo, el desplazamiento me resulta insoportable. No hay línea de metro ni de bus y cuesta un huevo encontrar un taxi, además de la obligación de guardar las apariencias. El dichoso Lamborghini tiene un cambio de marchas durísimo y va como a trompicones. No lo puedo cambiar por uno automático porque eso sería confesar a gritos mi tropelía.

Homenajes, fiestas, recepciones, conferencias… chicas, chicos, gallinas, cocodrilos, lemures… soy el Doc, el gran Flagg, Flay, Flaggy… soy dios, quizá cambie Sommersby por Titanic, soy el rey del mundo. Mas de repente, todo se tambalea, todo se viene abajo. Un misterioso mal se extiende por el club, empezamos a caer enfermos uno tras otro. No hace falta ser médico de verdad para saber lo que está pasando: Veneno. Ponzoña infernal que acaba con nosotros. ¿Qué hago? Se supone que soy quien soy, todos esperan la solución, todos me miran. De repente recuerdo las palabras de Bartie, como llamábamos los pacientes al Doctor:
“Yo no soy nada sin ella, es el verdadero cerebro”


Le debo una muy gorda, algún día he de pagársela con creces. Bueno, le debo dos, su silencio y el Antídoto Universal 4.0 que de tantos apuros me ha sacado después. También les debo una a mis colegas. A pesar de ser unos pijos redomados, han acabado por conquistarme. El bueno de Scooby, Olof de nombre de pila, esconde detrás de su aire de tiburón de Wall Street un perrito bueno y leal. Halfgan es mucho Halfgan, militante sin tregua de sus amistades y generoso hasta la parodia. Y kortxito, mi kortxito. Algún día todos contaremos nuestros secretos y él sabrá por fin quién es su padre, pero mientras ese día llega yo haré lo que en buena ley le correspondería a otro y seguiré yendo a su casa a cenar esas cosas tan ricas que hace.

“Llevamos más de tres meses y esto no avanza”. Valente traduce las palabras de su “jefe” que ninguno habíamos entendido a la primera. La investigación del envenenamiento no da ningún resultado, o eso dice Russian. Todos nos miramos, el miedo, la duda y la rabia se unen en nuestros ojos. Cuando la pareja se va a ir, Valente se escurre un instante y viene a frotarse el lomo contra mi paquete, momento que aprovecha para susurrarme “Ha sido él, no me preguntes cómo puede ser pero ha sido él”

En el ascensor aprovecho para atusarme el pelo y quitar la arruga del traje. Entro en el club risueño, alegre, trato de ocultar mi estado de ánimo. Pero poco dura la farsa. Esta vez ha sido especialmente cruel, ha ido primero a por el macrocefalín. Sabe cómo hacernos daño, ya lo creo. Disimuladamente, le aplico al buen kortxopan 20 miligramos de 4.0 sin ningún resultado. Estúpido de mí, cómo he podido pensar que él no lo tuviera previsto.
Sólo hay una solución, y quizá esta vez ni siquiera eso. Pero se trata de mi cabeza. Y de la de kortx , que son palabras mayores. “¿Estás seguro?”·. La voz del palanganito suena débil, ahogada, se pierde en el océano de mis inquietudes.
“Media hora”, su voz sigue siendo música del Olimpo, siento que puedo oler su mágico aliento a través del teléfono. Magnífico invento éste de la llamada múltiple, habría sido sospechoso que fuera yo y no Nestor quien llamara. Vendrá y le diré la verdad. Se la diré a todos porque ya no puedo más. Dios, sólo quiero poder volver a comerme un puto whopper, ¿por qué me metí en todo esto? ¿Por qué no alquilé Tomates Verdes Fritos?


martes, abril 17, 2007

Una historia del club (XI)

No, la zoofilia le va a ella, nótese que el perro soy yo, sólo accedo a sus deseos.


17 de abril

Capítulo 11


Todos fuimos al Club con uestros respectivos coches, excepto Helena que acompañó a Flagg en el suyo. Ya bien entrada la noche llegamos todos al chiringuito donde Chake, el fiel vigilante nos esperaba en la pùerta Norte pues por la puerta sur estaba el mar, primero llegó Kortx, seguido de Half y después llegué yo, al rato llegó Flagg pero venia sin Helena cosa que a nadie extrañó.

Donde está Helena preguntó Half.

La dejé en su casa, respondió Flagg.

domingo, abril 15, 2007

Una historia del club (X)

Me gustaria saber que hay de cierto en el teletipo que acaba de llegar de EE.UU.que dice que la polica de Ohio junto con la policia de Villanueva del Fresno están siguiendo la pista de un misterios Dr. que sodomiza a sus victimas mientras les canta "Voule vous dance avec moi, quieres que bailemos un Vals" saltándose todas las métricas habidas y por haber.

Según el testimonio de las víctimas, la sodomización tiene su puntito, pero lo que no soportan son los berridos de dicho sádico. El colegio de orejólogos se está planteando darle asilo político.

15 de abril

Capítulo 10 : La versión de Halfgan

El movimiento era leve, previamente meditado, no precisaba tanta fuerza como habilidad. Miraba sus tersos poros tan blancos como el resto. Sin pensarlo más apuré una última y más fuerte acometida que llenándome de gozo y de esa sensación tan dulce y deliciosa del deber cumplido despertó una sonrisa en mi acompañante sabedora de que estaba en compañía de un experto que no se permitía fallar en tales delicados momentos. Esa mañana estaba pletórico, la había metido sin ningún problema cada vez que se me había presentado la ocasión y como resultado había escalado hasta el segundo puesto en la clasificación del torneo de golf. Sin embargo el tortuoso azote del calor de esos días disminuían notablemente mi satisfacción a la vez que aumentaban la líbido de mi caddie, una pelirroja exuberante, no demasiada alta y con un extraño y dudoso gusto en el vestir que la hacía lucir un pantaloncito blanco, que nada tenía que envidiar a los más diminutos culés, conjuntado con un top rosado pálido que a mi siempre me recordaba a los viejos cuentos de los 3 cerditos de mi infancia (cosas de la mala influencia Disney). Siempre odié a ese presuntuoso de Ralph Lauren. A pesar de las insunuaciones de la chica y sus continuos devaneos en pos de alcanzar mi áureo cetro, mi conciencia del deber me obligó a tomar una ducha helada relajadora de instintos para más tarde poder acudir a mi almuerzo en el restaurante del campo de golf allí en las instalaciones deportivas del club.

Puntual como un viejo rolex me aguardaba sentado en nuestra mesa preferida el picarón de chake cuyo dudoso gusto por la mayonesa nunca disminuyó mi acostumbrado apetito. Que extraño me sentía, chake perdía su mirada en el vino, toscos gestos, una vana conversación muy distante de aquellas sesudas divagaciones sobre la levedad del ser que tan indigestas se me antojaban para la hora de la comida. No le di demasiada importancia, o al menos no tanta como a esa molesta costumbre de muchas personas de contestar al teléfono mientras saboreo mi deliciosa y yodada ostra con azafrán y cítricos. ¡Y ni siquiera tuvo la decencia de decirme el porqué de su impertinencia!. En cambio, parecía compungido, algo extraño le ocurría a esa amalgama de hombre y comedor de hamburguesas, falso gourmet de Mcdonald. Tras los postres partidas al billar y conversación acerca de nuevo libro que se me pareció más a un monólogo que a un a conversación pues el compañero se mantenía en su tónica del día.

No fue hasta bien entrada la noche que sonó mi teléfono con ese tono que anunciaba la llamada de scooby por línea secretísima y urgente. Sabía lo que me tocaba, por lo urgente necesitaría el porsche a pesar de su tosquedad y basto acabado tan vulgar. ¡Alto Halfgan! No des un paso más. La voz de Chake en el garage retumbaba y sin siquiera darme la vuelta, le dije que era un código rojo, no me podía entretener. ¡No es una petición Half! Me dijo haciéndome sentir el frío de un revolver en la espalda. Acudir a esa llamada sólo puede traerte desgracias, me dijo, invitándome a volver a la sala. Me giré lentamente y teniéndole a mi alcance con una rápida llave de aquellas aprendidas en los viajes con el cabezabuque me deshice de él. Me preguntaba que significaría esa pequeña intromisión en mis asuntos y ese comentario acerca de la reunión. Mientras conducía sobrepasando ampliamente el límite de velocidad hice una llamada a nuestros contactos en la oficina central de Bruselas, algo extraño estaba ocurriendo, pronto llegaría...


sábado, abril 14, 2007

Una historia del club (IX)

Tras mi frustrada intentona de parecer una persona normal, quitando que doblo las rodillas al revés y he de caminar hacia atrás ayudado por dos retrovisores, decidí aprovechar mis días en el gran continente sureño y disfrutar de la hospitalidad de una humilde familia keniata. Son unos pescadores de la zona. Él se llama Miyayo Tetumba, su mujer Miyayo Tetumba, y su hijo mayor Miyayo Tetumba y su prometida Miyayo Tetumba. Me resultó ciertamente extraño que todos se hicieran llamar igual. Los conocí a través de la prometida de Miyayo Tetumba, por un confusión. La verdad es que se tomó bastante bien que le tocara los pechos y el trasero "accidentalmente", aceptó en seguida mis disculpas y me invitó a conocer a su familia.
Al segundo día, mientras guardaba en bolsas herméticas los manjares que esta familia había estado pescando para nuestro club durante toda la semana y sin pedir nada a cambio, conocí al padre de la prometida de Miyayo Tetumba. Éste se llamaba casualmente Miyayo. No creo que fuese nativo de la zona puesto que era la antítesis del resto de la familia. Nada más verme se dirigió hacia mi con aire amenzante y muy agresivo. Menos mal que nuestro amigo Halfgan me hubo regalado tan entonces valioso sombrero. Se lo lancé a Miyayo y éste quedó sepultado en su interior.
Recogí todos mis enseres, le di un beso a Miyayo Tetumba, monté en el hidroavión y dejé atrás esa humilde morada en el que me sentí negro por un día. Mientras huía, me dio tiempo para realizar un par de fotillos del lugar. Repito que es un sitio muy humilde, al que ninguno de los miembros del club estamos acostumbrados a vivir, pero sabed que yo ya estaba mentalizado para la ocasión y había dejado atrás mis fobias, escrúpulos y prejuicios:

14 de abril

Capítulo 9: La versión del puto gato:

Todo empezó con un puto perro.

No sé cómo había llegado a aquel callejón oscuro, pero mis pasos me guiaban una y otra noche hasta aquel lugar. Arqueaba el lomo impaciente mientras esperaba a mi minina. Uñas de manicura, ojos verdes y el pelo largo como la sombra del pecado. Era una gatita deliciosa. Era una diosa felina e insatisfecha.

Ronroneé anticipándome al placer. ¿Cómo no hacerlo cuando el recuerdo es tal vez más agradable que la propia realidad? Afilaba mis deseos contra las estrellas y estiraba los huesos, relamiéndome mientras repasaba mentalmente cada una de las curvas de aquella preciosa hada de la noche.

El jodido cánido interrumpió estas gozosas elucubraciones con su ladrido.
-Peón cuatro rey, Charlie está por todas partes.

Tardé unos segundos en reponerme del susto. Para ser un gato mis sentidos parecían los de Flaggy tras varias de horas de conversación con Don Ballantines -maldito y sucio borracho-.
-¿Ya estás con las chacharas paranoides de antiguas campañas, loco de los cojones? Te he dicho mil veces que aquello ya pasó; forma parte de nuestro pasado maldita sea. Y Vietnam también. Joder, los Charlies ya no están. Ni siquiera los ruskis. Ni los boches. Ni siquiera los perros ingleses; y el enano Corso hace tiempo que está criando malvas. Ya te encargaste tú de eso -le dijo, haciendo un aspaviento con la mano. Llevé la mano a la chaqueta y saqué el paquete de cigarrillos. Necesitaba un pitillo.

Se quedó en silencio. La calle estaba más oscura que nunca. Las nubes habían tapado las estrellas y sólo el leve fulgor de una farola al fondo parecía desafiar a la noche. Le miré mientras me comía el cigarrillo y lo tragaba. Me encanta el tabaco.

-Todo ha empezado -no se lo pregunté, lo afirmé.
-Sí, ya lo sabes. Hemos cambiado el título: hacía falta.
-Eso ya os lo dije yo hace días, joder. Podían sospechar si no lo hacíamos. Ahora puede que sea demasiado tarde.
-Exageras. Como siempre. Nadie se ha dado cuenta.
-¿Cómo coño no se van a dar cuenta? Sabrán que ha desaparecido. Ella es importante -dije, recalcando el hecho de haber utilizado el verbo en presente.
-Él te lo explicará si te tranquilizas -me dijo el puto perro, haciendo un gesto con la cabeza, para que descubriera una sombra oculta tras un contenedor.
-¿Él... Él está aquí? -dije con la voz estrangulada- Hace tanto tiempo que no lo veo...

Muchas cosas me vinieron a la cabeza en aquel instante. Pero una de ellas destacó sobre todas. ¿Era mi imaginación o aquel repugnante -y a la vez adorable- ser estaba echándose una meadita?

jueves, abril 12, 2007

Una historia del club (VIII)

Sí, utilizo espuma, lo confieso. Cojo el bote, lo sierro y con el reborde metálico que queda me rasuro los pelos. La parte del sotoescroto es la menos llevadera, pero se soporta bien. Pero es que eso de "los de Bilbao" es un mito, somos seres mortales y corrientes. Yo ayer, sin ir más lejos, me corrí cinco veces

12 de abril

Capítulo 8 : La versión del cabezón


Entré en el salón principal, donde estaba Scooby tomando su habitual trago de Bourbon. No intercambiamos palabra alguna. Me serví un vaso de agua con unas gotas de agua estructural Golden ‘C’ y hielo mineral de glaciares de Alaska. Tenía la boca demasiado seca.
Llegó Halfgan, siempre tan hablador, aunque nunca se hace pesada su conversación. Pero esta vez la conversación era vacía, irrelevante. El nerviosismo era palpable en el ambiente.

Olvidé por completo el fax escrito por Martin, que me fue entregado por el endiablado conductor del taxi francés. Disimuladamente abrí la nota. No estimé oportuno compartirla con mis compañeros. A duras penas se hacía legible, se notaba el temblor de la mano izquierda de Martin. El mensaje decía lo siguiente :

“Kortxo, me ha llamado mi mujer. Me ha dicho que está locamente enamorada de ti y que su único deseo es hacerte el amor hasta morir junto a ti en la misma cama. Dudo mucho que pueda verte nunca más. Por cierto, siento mucho lo del vino.”

No comprendía nada. Cómo es posible que Martin me hubiera mandado al avión de su esposa, sabiendo las intenciones de ésta. Sería como darle las llaves a un hombre justo cuando confiesa que desea robarte.
“…hasta morir en la misma cama…” ¿acaso el fax estaba destinado a ser leído antes de que subiera a ese avión? Probablemente si. ¡Estúpido! – me dije. Pero Angela no había mostrado ninguna intención de acabar con mi vida.
“…dudo mucho que pueda verte nunca más…” ¡¡Oh, Dios mío!! En ese momento recordé que sus pechos me habían resultado extrañamente amargos…. El sudor comenzó a empapar toda mi ropa. Miré a mis compañeros, a los que había abandonado mentalmente. Seguían con su conversación sobre el carpaccio de buey.

Sonó el teléfono. Halfgan nos comentó que Lubos se había quejado de que varias botellas de vino “corriente” habían desaparecido y que él no tenía constancia de ello. Volví a recordar la nota de Martin : “…siento lo del vino.”
¿Qué conexión podía haber? ¿Cómo era posible que Martin siquiera conociese el paradero del Club?
Demasiadas dudas inundaban mi mente. Iba a compartir mi conocimiento con ambos amigos, cuando sonó el teléfono de nuevo. Esta vez descolgué yo. Una voz familiar me reconoció en seguida. “¿Te gustaron mis pezones, Kortx? ¿Te gusta todo lo amargo? ¿A Scooby le gusta lo dulce? ¿A Halfy, le gusta el ácido? ¿Y a Flagg el salado? Valente tuvo suerte, le tocó la insípida Nux Vomita.”

El tono de comunicando del teléfono penetró en mis oídos como una alarma de incendio en lo más alto de un rascacielos. Creo que dije algo antes de caer. No me acuerdo de qué. Mi mente palideció.
Desperté en la terraza, sujetado por mis compañeros. Traté de hablar, pero no podía articular palabra. En mi mente sólo cabía un pensamiento: “Veneno, otra vez Veneno”.

Apareció Russian Garabate, aunque mi vista todavía estaba borrosa. La verdad es que la nitidez de las imágenes evolucinaba más despacio de lo habitual. No seas exagerado, todavía no ha podido hacer efecto – me dije.

Vi que el Doctor también había llegado. Me alegré. Siempre es un alivio tenerlo cerca. Me dijo que Helena estaba de camino, que llegaría en 30 minutos. Mi mente dio un brinco. ¿Estás seguro? – le espeté. Contestó afirmativamente. Media hora es demasiado – pensé.

martes, abril 10, 2007

Una historia del club (VII)

A mi no me hace tanta gracia lo de la foto. La primera vez, el fotógrafo me mandó tanto hacia atrás que me caí al mar. La segunda, salí a la carretera y me atropelló un autobús, menos mal que él se llevó la peor parte. En el tercer intento llegué a Cienpozuelos y el fotógrafo todavía decía que el angular no daba más de si. Así que decidimos inmortalizar el momento vía satélite para que se pudiera realizar el retrato.

10 de Abril

Capítulo 7 : La versión del cabezón


Estupefacto, traté de que contestara al móvil primero, al teleportero después, al teléfono fijo y, por último, a las pedradas que propiné a la única luz encendida en todo el bloque. Nadie respondió. Un Peugeot 407 familiar se detuvo. El conductor preguntó por mi. Asentí. Monté en el asiento trasero. El chófer subió la mampara e hizo caso omiso de mis cuestiones y peticiones, que poco a poco se tornaron en súplicas al ver que el taxi aceleraba hasta moverse a una velocidad endiablada. Incluso pensé en tirarme del vehículo en marcha, pero las puertas y ventanillas habían sido bloqueadas. Vi el aeropuerto a lo lejos. El taxi accedió mediante una acreditación al interior del aeropuerto. Redujo hasta parar en frente de un jet privado. Llevaba serigrafiada la última colección primavera de Martin. El chófer abrió mi puerta y me pasó una hoja de Fax. Era la letra de Martin. No quise leerla. Subí al Boeing Jet Executive 737 que ya me habían indicado que se dirigía a El Prat.

Nada más comenzar el vuelo, me recosté en una de las camas de una habitación y caí fulminantemente dormido. No sé en qué momento sucedió, ni cuanto tiempo llevaba soñando, cuando fui despertado de la mejor manera posible. Una bella mujer de no más de 25 años, morena, con ojos azules y labios duros y vigorosos estaba echada sobre mi cuerpo mientras yo trataba de no intentar comprender nada y disfrutar del momento. Su cara me era familiar. Me folló, literalmente. Incluso se apretó contra mí cuando llegó al éxtasis, inmovilizándome con sus rodillas, usándome para su pleno disfrute. Cuando ella hubo terminado, se duchó. Del baño asomó un deslumbrante piloto de aviación, de piel tersa, pechos turgentes y cabello ondulado. La verdad es que no sé si me excitaba más verla así vestida que desnuda sobre mi.

Justo en ese momento me llegaba la llamada a seis de mi querido amigo y compañero de faenas Scooby-doo. Conecté el teléfono móvil al switch telefónico para multillamada y saludé a Scooby, el Doctor, Valente, Russian y Half. Noté a Scooby ciertamente alterado. Lo que me recordó el fax escrito por Martin. Acordada la reunión urgente en el club, le indiqué a la piloto las coordenadas a las que debía dirigirse. Tuve que convencerla para que aceptara cambiar el rumbo; no se creía que nuestro club dispusiera de pista de aterrizaje.

El resto del vuelo lo dediqué a una ducha muy fría, ya que la piloto anunció por el interfono que en breve iba a aterrizar y que le avisara cuando estuviera dispuesto en el asiento.
El avión aterrizó. Era pronto, pero la importancia de la reunión requería puntualidad explícita. La piloto trató de “despedirse” de mi, pero tuve que negarme rotundamente.

lunes, abril 09, 2007

Una historia del club (VI)

Pues preparate para esta noche, creo que uno de los números especiales es que subas al escenario pintado de purpurina y con el falo en la boca de "Celeste" (siempre tengo dudas sobre el sexo de su nacimiento) cantando "In The Gueto" y eyaculando al ritmo del estribillo

9 de abril

Capítulo 6: La versión del cabezón


Esperaba a mi fiel amigo Martin a la salida de su tienda favorita, la 10 Paris Ligne 10 en el 23 Rue de Montpensier mientras me tomaba un helado de vinagre de módena con salsa de frambuesa. El calor era insoportable y el frío postre se derretía ensuciando mis manos. Martin, tan atento como siempre, sólo él hace que me sienta como en casa, cortó un rectángulo de seda proveniente de la costa coreana del mar Amarillo. Salió de la tienda y me ofreció el rectángulo. La verdad es que me daba escalofríos pensar que estaba utilizando como servilleta un trozo de tela valorado en 150 euros.

Había quedado con él para cenar en su casa, a la que nunca había acudido. Martin encargó a una de las dependientas el cierre de la tienda siempre que la tienda estuviera vacía y a no ser que un cliente preferente acudiese a última hora. Apareció con su habitual bufanda y sombrero copa. La verdad es que su aspecto es bastante pintoresco. En cuanto nos saludamos con un apretón cálido y un frío abrazo – Martin siempre quiere dejar clara su heterosexualidad a pesar de su condición de diseñador – un taxi con los cristales tintados se detuvo en frente nuestro. Curiosamente también tenía una mampara interna tintada. Caprichos de famosos – pensé.

Martin y yo hablamos de vanalidades, todos nuestros encuentro comienzan así. Poco a poco recordamos la confianza que guardamos el uno en el otro y la conversación se hace interesante y amena.

Después de una hora en el taxi, hablando del tráfico, el estado de las calles parisinas, el tiempo, la moda…el taxi se detuvo. Bajamos del vehículo y éste se fue sin que el conductor hubiera cobrado ni un céntimo por el traslado. Supuse que sería el taxi de Martin, siempre ha querido aparentar que es menos de lo que realmente es. Por ello no me extrañó encontrarme en el barrio de Marais, tan ambiguo como mi amigo.

Montamos en el ascensor, a los que nunca me acostumbro. Antes de pulsar el botón, sonó el teléfono de Martin. Por supuesto esperé a que terminara la llamada fuera, respirando hondo y agarrándome a la barandilla de la escalera. Una mano me cogió del hombro. Me giré y mi alma se derrumbó. Los ojos de Martin estaban bañados en lágrimas y juntando las palmas de sus manos me pidió perdón, entró en el ascensor y subió sin mi.

domingo, abril 08, 2007

Una historia del club (V)

Yo creo que deberíamos ver mundo, sodomizar a otros en vez de entre nosotros como siempre. En cualquier caso, si no se acepta la moción, tendré que sacrificarme como siempre. Pero esta vez no os la chupo, ¿eh? Ya vale de mariconadas...

¡Protesto! ¡El gato es vuestro y os lo folláis cuando queráis!

8 de Abril

Capitulo 5

Al cabo de 40 minutos Russian ya estaba sentado en el salón. Su aspecto dejado y harapiento nos hacia sentir incómodos pero no habia mas remedio que tratar con el. Con su verbo fácil y su olor inconfundible a pachuli (como oidiábamos la vulgaridad) nos dijo en un alarde de dicción:

Que hay chavalotes, hacia tiempo que no nos veíamos, ya sabeis que me caeis to bien.

Flay reprimió un grito al escuchar la frase, Half apretó los puños hasta que se le pusieron blancos los nudillos y Kortx y yo nos miramos sin ningún disimulo.
A pesar de su lenguaje Russian era un investigador muy válido y con muy buenos contactos en los bajos fondos. El y su fiel ayudante Valente eran sobre todo honrados aunque se empeñaran en dar una imagen totalmente distinta a la realidad.

!Ha vuelto a empezar Russian! Le dije poniendo la voz mas grave de que era capaz.

"Anda ya pirao", contestó el mozalbete, •Es imposible, aquello se terminó"

"Deja de hacer el tontolhaba" le espetó Half. Valente se levantó y le susurró algo al oido y Russian se calló. Todos sospechábamos que el verdadero cerebro del equipo era el gato salido pero no nos importaba en absoluto.

"No queda mas remedio que avisarla" dijo Flay.

Todos nos quedamos mirando, había pronunciado las únicas palabras que no queríamos oir. Había costado mucho sobreponernos a eso, y Flay lo pasó realmente mal, pero era evidente que teníamos que hacerlo.

"Néstor, llame a Helena y dígale que venga por favor"

Helena y el Dr. Flagg estuvieron casados unos años, todo era felicidad entre ellos y entre los socios del Club, pero un imprevisto en forma de Mulata de tetas generosas y culito respingón se interpuso entre los dos y al Dr. le costó mas de dos años levantar cabeza (menos mal que no era cabezabuque sino hubieran sido unos cuantos mas) y ahora que todo parecía que volvía a la normalidad corríamos el riesgo de que volviera al Prozac, pero había que hacerlo.

"La Sra. Helena Eslatopolskaya estará aquí en 30 minutos" dijo Néstor retirándose a continuación.

"Estás seguro?" Preguntó Kortxo.

"Si, no queda mas remedio, es la única persona que puede ayudarnos" contestó Flay mientras se hundía en el sillón con el rostro abatido y con notables síntomas de un ataque de ansiedad


sábado, abril 07, 2007

Una historia del club (IV)

Lo que también me hizo mucha gracia fue cuando los cuatro subidos al escenario hicimos el siempre gracoso número del Nabo rabo de lagartija

7 de abril

Capitulo 4

Me levanté un poco confuso, cogí el teléfono del suelo y lo apagué no sin antes asegurarme de que el servicio de grabación automática había grabado la conversación. Pedí a Néstor que preparara una infusión de romero para revitalizar a Kortx y junto con Half le sacamos a la terraza para que la fresca brisa de la noche le ayudara a recuperarse.

!Donde demonios estará el Dr. Flagg! Decidí mandarle de nuevo otro mensaje cuando escuché una voz familiar en la puerta del salón.

"Aibá la ostia, que le ha pasado al macrocéfalo", era la inconfundible voz de Flay que ajeno a todo estaba sonriente en la puerta, vestido de impecable traje negro de Antoni Miró, con una camisa de cuello Mao de color negro y un precioso reloj Patek Philip de acero pulido al diamante (el oro era una ostentación demasiado obvia para los gustos de Flay) y blandiendo entre sus dedos un hermoso Cohibas Siglo VI al tiempo que tarareaba su canción favorita pero que el sabia que el estribillo "saca el güisqui cheli para el personal....” nos ponía a todos muy nerviosos.

"Flay, ha vuelto a empezar" le dije.


"Pero como" dijo él. "No puede ser, después de tanto tiempo, tanto esfuerzo", "otra vez no"

"Debemos de prepararnos para lo peor amigos no podemos dejar que vuelva a ocurrir"

Kortx empezaba a recuperar su precioso color bronceado y nos unimos los cuatro en la terraza, pasaron unos minutos y ninguno fue capaz de pronunciar ninguna palabra hasta que Flay de repente dijo:

"Llamemos a Russian Garabate, que se encargue él". Russian no era otro que el innombrable American_Grafitti que por unos oscuros asuntos con las herencias de unas ancianitas tuvo que hacer algunos cambios en su vida. Russian se había hecho famoso sobre todo por descubrir al fascineroso que inducido por la leyenda del famoso pelícano guardián de Miconos que murió sodomizado por Pollandros se dedicaba a sodomizar a los animales del zoo, principalmente a los plumíferos

viernes, abril 06, 2007

Una historia del club (III)

Hostias, ¿despierto a esta hora?

Cuando te he dejado esta mañana abrazado a Lubos cantando a voz en grito la canción tradicional eslovaca "Amietska megustova elpipirivipipiski" no daba un duro por ti.

6 de abril

Capitulo 3

A los 15 minutos ya había llegado Kortxopan con claras marcas de carmín rojo en el cuello de la camisa (camisa hecha a media por supuesto al igual que toda su ropa por el diseñador Martin Margiela, el Belga del que nadie conoce su cara, aunque kortxo cena repetidas veces con el), mostrando la importancia que tenia para el la reunión.

Al poco rato llegó Halfgan (que manía tiene siempre de vestir de Armani, ya le hemos dicho varias veces que esta obsoleto) que superaba con creces su limitado gusto en el vestir con su elegancia natural. Por mucho que fuera usuario habitual de caramelos de menta no podía disimular su romance con Mr. Chivas.
Pero el Dr. no llegaba. Era extraño, el nunca solía retrasarse mucho, y menos en una llamada código rojo (así es como llamábamos a las reuniones nocturnas) pero decidimos no preocuparnos, quizás el mensaje le tardó un poco en llegar. Nos acomodamos en el salón de la primera planta para tener un poco mas de intimidad y al mismo tiempo escuchar el coche del Dr. Flagg (siempre le gustó llamar la atención y los coches biturbo). Pasó el tiempo y entre charlas de que buena se había puesto la secretaria de Kortxo y de qué acompaña mejor a un carpaccio de buey, el parmesano con o sin salsa tártara sonó el teléfono de nuevo.

Half lo cogió, refunfuñó algo en eslovaco (lengua que habla a la perfección al igual que otras siete) y los demás comprendimos que hablaba con Lubos , el somalier encargado de la bodega del Club.
Al colgar nos miró extrañados y nos dijo. ¡Que extraño, Lubos dice que faltan unas botellas de la bodega, pero lo mas raro es que son simples Chateau La Gaffeliere de Saint Emilion del 97”. Nos quedamos un poco extrañados, quien con un mínimo de paladar robaría semejante vino por muy francés que fuera. (todos sabemos que los vinos franceses están excesivamente sobrevalorados, tanto en precio como en calidad)

Casi al instante sonó de nuevo el teléfono y en esta ocasión fue Kortxo el que lo descolgó. Al instante nos empezamos a preocupar. Kortx (así le llamamos los amigos y alguna que otra amante mas afortunada que las habituales) palideció y sin dejar de mirar al vacío como si hubiera visto un fantasma dejó caer el teléfono al suelo al tiempo que se sentó un poco aturdido y repitiendo. ¡Creo que empieza otra vez!.

miércoles, abril 04, 2007

Una historia del club (II)

Me encanta verla asomar, aparecer sin decir nada, sin avisar, solo ver como aparece por el horizonte, ruborizada, sonrojada, sabiendo el revuelo que causa, pero sin poder aceptar que sea por su causa, su infinita humildad le impide pensar que es ella la causante de estas deliberaciones.

Siempre pensé que no existia, que era un rumor, una leyenda urbana, no era posible, tanta perfección, tanta belleza, habia escuchado hablar de ella, pero no lo creí, tantos años de busqueda me impedian creer que por fin la habia encontrado, pero así fué, la encontré y a partir de ahora me espera una dura pugna con el Dr. Flagg para conseguir conquistar su corazón. Paloma, mas allá de la realidad apareces tu.

4 de abril

Es la nostalgia del ayer.


Capitulo 2

Colgué el teléfono con un nerviosismo entendible. Quien podía ser? Decidií no pensar mas en ello y sentarme a la mesa a degustar la deliciosa cena que habia preparado Néstor.

Decidí comer en la terraza para poder notar la fresca brisa del mar, Néstor sirvió de primero una crema de puerros fria, casi helada con un chorrito de manzanilla (traido ex profeso de San Lucar de Barrameda) y de segundo un delicioso lenguado a la plancha con una suave salsa de almendras con crema de leche y un poco de pimienta del caúcaso (molida a mano por supuestol).

No me apetecía pensar en lo que había pasado, con lo cual me fuí al salón situado al lado norte de la casa donde tengo la pantalla gigante BeoVision 5 de Bang & Olufsen para poder disfrutar de una de las mejores películas de la historia del cine, "El Padrino". Que impresionante el papel de Marlon Brando como Vito Corleone, James Caan como Sonny Corleone el hijo violento e indomable, Al Pacino el previsible sucesor de la saga, John Cazale, el hijo timorato y pusilámine. Robert Duvall, el perfecto "consiglieri" aún sin ser italiano y tantos y tantos otros. Recuerdo que no me canso de ver la escena en que los hermanos Sorozzo matan a Luca Brassi en la barra de su Bar. (como me recuerda al Club)


Mi cabeza no paraba de dar vueltas y no podia centrame en la película. Dicidí convocar una reunión urgente con Kortxopan , el Dr. Flagg y Halfgan.....

martes, abril 03, 2007

Una historia del club (i)

No sé si fumarme un porro para tapar el olor o meterme una buena raya para insensibilizar la nariz

3 de abril

Como estamos en plena época pseudovacacional, con gente fuera y gente dentro, con minutos de relax y horas de trabajo atrasado, me gustaría durante esta semana recordar una vieja historia que hicimos en nuestro viejo club: Scooby, el Dr. Flagg, Kortxopan y un servidor.

Una historia del club (título provisional a espera de comisión)

Capitulo 1:

Acabo de llegar a casa, ha sido un dia mas o menos normal laboralmente hablando, un repaso a las empresas controladas por el Grupo junto a un equipo competente y beneficios para los accionistas, nada del otro mundo.

Hoy me apetecia conducir a mi, le dije a Marta (la chofer habitual de la empresa) que ya se podia ir. No he tardado mas de 15 minutos en llegar a casa con el Aston (me encanta esa elegancia británica que destila en todos sus detalles), se nota que hay gente fuera de vacaciones.


Al llegar a casa Néstor ya tenia el salón a la temperatura que yo considero ideal en estas fechas, entre 20,5 y 21 grados centigrados, un Bourbon, servido en vaso ancho con poco hielo para no aguar su profundo sabor, tan diferente al de sus congéneres escoceses. Después de intentar engancharme de nuevo a la Ilíada, (no puedo con este libro, Homero debió de tomar mucho licor de maiz cuando lo escribia) me disponía a llamar al Club para ver como funcionaban las cosas cuando recibí una enigmática llamada.

Al descolgar el teléfono Bang & Olufsen por supuesto nadie hablaba, tres repetir !Diga! varias veces escuché un profundo rumor, algo parecido a una voz de ultratumba que no conseguí entender, eran vocablos inconexos sin aparente relación entre si pero repetidos insistentemente con gran vehemencia y con la clara intención de asustarme........