"Tras el voto, que se prevé masivo, hay que saber digerir tanto la victoria como la derrota. Ni triunfalismos preponderantes, ni rencores que anuncien hipotéticas venganzas. Las urnas no darán -aunque parezca paradójico- ni vencedores ni vencidos, en comparación con el auténtico triunfador de la jornada, que no va a ser otro que el pueblo español. Pueblo que ha demostrado, a lo largo de todo el año transcurrido y de la campaña electoral, su calma, su mesura, su dignidad, su serenidad. Un pueblo que está maduro para la democracia".
30 años después de las primeras elecciones tras la debacle, la humillación, el esperpento de la dictadura, todo tiene un aire diferente. No hay coroneles armando tanques, ni guardia civiles conspirando tras cada elecciones, no se dan fusiles y metralletas a los reclutas "por si vienen los rojos" y sin embargo pocas cosas saben tanto a libertad como esta maltrecha democracia. El poder del pueblo, de un pueblo que cada cierto tiempo puede acudir en masa borregal a cumplir con su parte de dicho poder y que del resto es ignorado, vilipendiado, insultado.
La situación en este compendio de territorios, gentes y sentimientos que algunos llaman España, podría ser tildada de cómica en estos tiempos que corren. Un país libre y democrático coincide una mayoría que rinde pleitesía a unos reyes heredados de la etapa franquista, ignorando la elección del pueblo en un muy atrás 13 de abril de 1931 que daría fruto, al día siguiente (14 de abril para más señas), a la proclamación de la segunda república, asaltada y violada más tarde por los asesinos cuyos hijos y nietos hoy rigen gran parte del país. Obviada esa realidad, perdida y borrada la llamada memoria histórica, perdonados los fusilamientos de las largas noches, los años de piqueta, la división de las familias, el miedo a los sables, se celebraron elecciones para el pueblo, esa gran víctima victoriosa.
Y treinta años después ¿Qué hemos conseguido?. Crecimiento económico, educación, libertad de elección, empleo... ¡una situación espléndida!, que se lo digan a los indigentes, a las familias que cada vez tienen más problemas para poder llenar el plato, a los ciudadanos que son insultados por utilizar una lengua diferente, a los que quieren mantener sus raíces en pleno proceso de globalización capitalista, a los que son asesinados por una guerra que no era la suya, a los que son sospechosos por nacer dónde han nacido.
(Editorial de EL PAÍS, 15 de junio de 1977)
15 de Junio de 2007
30 años después de las primeras elecciones tras la debacle, la humillación, el esperpento de la dictadura, todo tiene un aire diferente. No hay coroneles armando tanques, ni guardia civiles conspirando tras cada elecciones, no se dan fusiles y metralletas a los reclutas "por si vienen los rojos" y sin embargo pocas cosas saben tanto a libertad como esta maltrecha democracia. El poder del pueblo, de un pueblo que cada cierto tiempo puede acudir en masa borregal a cumplir con su parte de dicho poder y que del resto es ignorado, vilipendiado, insultado.
La situación en este compendio de territorios, gentes y sentimientos que algunos llaman España, podría ser tildada de cómica en estos tiempos que corren. Un país libre y democrático coincide una mayoría que rinde pleitesía a unos reyes heredados de la etapa franquista, ignorando la elección del pueblo en un muy atrás 13 de abril de 1931 que daría fruto, al día siguiente (14 de abril para más señas), a la proclamación de la segunda república, asaltada y violada más tarde por los asesinos cuyos hijos y nietos hoy rigen gran parte del país. Obviada esa realidad, perdida y borrada la llamada memoria histórica, perdonados los fusilamientos de las largas noches, los años de piqueta, la división de las familias, el miedo a los sables, se celebraron elecciones para el pueblo, esa gran víctima victoriosa.
Y treinta años después ¿Qué hemos conseguido?. Crecimiento económico, educación, libertad de elección, empleo... ¡una situación espléndida!, que se lo digan a los indigentes, a las familias que cada vez tienen más problemas para poder llenar el plato, a los ciudadanos que son insultados por utilizar una lengua diferente, a los que quieren mantener sus raíces en pleno proceso de globalización capitalista, a los que son asesinados por una guerra que no era la suya, a los que son sospechosos por nacer dónde han nacido.
1 comentario:
la memoria es selectiva. Pero muchos ni olvidamos ni perdonamos... xq estoy harta de ver en la tv al sr Fraga, asesino de 5 trabajadores en vitoria (el 3 de marzo de 1976, en pelan transición)por luchar por sus intereses. Y stoy harta de tener que ver en la tele al Sr Aznar, q nos llevó a una guerra ilegítima e ilegal, se mire por donde se mire. (no voy a entrar aqui a diferenciar legalidad y legitimidad xD). estoy harta de muchas cosas... pero nos tenemos que contentar con unas míseras elecciones cada 4 años...
Esto es una democracia!
Musus niño!!
agur
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