6 de Mayo
Cada jueves a mi llegada a casa, enfundado en mis hábitos y dispuesto a disfrutar me meto la página del periódico el mundo y me dispongo a leer el encuentro digital con Carlos Boyero. El crítico al que muy pocas le gustan es capaz de vomitar encima de mil y un cineastas, de destrozar hasta el más meticuloso de los proyectos y de divertirme como a un enano.
Aunque últimamente está muy descafeinado, siempre me acuerdo de aquellos versos que le escribiera el flaco:
La columna de Boyero
Su oficio es escupirle al firmamento,
su vicio vomitar en las medallas,
su gramatica parda y su talento
se crecen al fagos de las batallas.
Exhibe un pedigri con lamparones,
va derrapando en direccion prohibida,
no concibe el amor sin desconchones,
ni a Bob Morrison Brel sin mala vida.
Por mas que se nos cruce el mismo cable
ni yo pierdo las ganas de abrazarlo
ni el desluce mi arrojo novillero.
El mundo seria menos transitable
si no hubiera impostores como Carlo(s)*
firmando la columna del Boyero.
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