sábado, octubre 06, 2007

El corral

Joder que frío está el hielo. (Grandes momentos del asadero de Teleco)

6 de Octubre

El curso ya rueda, raudo y veloz. Tras esta semana habrán comenzado todas las prácticas, ya hemos tenido el asadero de bienvenida y la primera fiesta del vaso... ¡Qué rápido pasa el tiempo!.

De estos primeros dias me gustaría destacar lo gracioso del corral de los chicos de la TIA. La cuestión es ¿qué ocurre cuando le das las llaves del corral a la zorra?. La respuesta es por todos bien conocida, pero sin embargo hay todavía algunos pobres pollos con pretensiones de gallo y algún pobre borrico obcecado con la zanahoria. En esta tesitura y con los papeles de carroñeros bastante difusos, observamos un divertido juego cíclico en el que los pobres animales se masturban cerebral y mútuamente, ¡es el triunfo del onanismo absurdo!. Intercambio de sonrisitas, falta de huevos para enfrentarse a quien es capaz de ver la hipócrita porquería eb la que se regocijan y, en general, un patetismo que roza la caricatura.

Ni las viejas miserias vividas a la sombra de la gallinita que más corrales visitaba, ni sus rememorados encuentros con los vasos de ginebra, llanto en mano, grafito en la mesa, le han servido al aspirante a gallo para evolucionar y aprender a insultar a la cara y no a la espalda. Que bonitos momentos cuando raja de los agentes de la TIA, del borrico, de la zorra o de los porcachones de al lado, y qué hermosos momentos cuando se mete el rabo entre las patas ante la primera presencia de cualquiera de ellos.

¡Qué decir del borrico de las mil rosas, los diez litros de baba por hora y los callos en la mano!. Son ya muchos años sin mojar el churro, que dirían, y sin embargo, en lugar de resignarse a su situación y pagarse una buena ronda en Molino de Viento, la bestia sigue esperando la bella que rompa el conjuro.

Más divertido es leer a quien no es capaz siquiera de sostener la mirada. Con sus llaves y su mangoneo al antojo, su fracaso latente y su putrefacta moral, mantiende vivas las esperanzas de una nueva noche de alcohol, drogas y ausencia de aquellos a los que, sonriendo, tachará de adefesios, salidos y lamentables. Y todo esto sin abrir la boca.

Para los de la TIA, ya tendré tiempo, que esos, cada día, se hunden más.

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