domingo, febrero 03, 2008

El puto sol

-¿Eres bruja?
-Me carteo con el diablo.

-¿Alguna vez te han comido el corazón a mordiscos?

3 de febrero

Hacía rato que había caído la noche, las nubes ocultaban a las tímidas estrellas y la luna apenas asomaba. Bajaba sombrío en la ausencia del bullicio por nocturno, concentrábame en olvidar las eternas historias de pequeños duendes que martillean la campana de mis oidos y las luces comenzaron a deslumbrarme. Parpadeaban intermitentes clamando mi atención a la espalda y, aunque tardé en percatarme, acabaron centrando mi deshábito y, perdiendo el rumbo me desvié para atenderlas.

Pendiendo de la última espina de la rosa encantada que guardo junto al corazón, como alma errante que cabalga a lomos de una nube, abandonábame la razón en pos de nuevas locuras, ciegas de sentido. Dábame el hálito que permite vivir, sostiene los pasos en el largo camino de los besos, enarbola el sufrimiento de cada despecho, de cada encuentro, del lecho vacío y lleno, de la frialdad de las sábanas blancas y azules.

De brujas, de hadas, de duendes, de lo oscuro y lo oculto, de lágrimas y sangre, a navajas y espadas, no conviene que veas lo que va a pasar esta noche aquí...

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