sábado, febrero 09, 2008

El ilusionista y el sordo

Lo que pudo haber sido... y lo que nunca será.

9 de Febrero

Empuñando el alma, manteniendo la compostura a pesar de lo que te pidan las entrañas, revueltas por volver a ver. Sentado, de pie, caminando o conduciendo, con el móvil en el bolsillo soplándote lo que no quieres oir. Y una vez más te has puesto el traje de ilusión, desoyendo tus más profundos temores, intuyendo lo que será mañana, olvidando lo que fue ayer.

En la ventana queda el mundo, pasando una vez más, quizás sea la última para algunos, marchitas esas dilatadas venas a punto de estallar en un suspiro. Verde oscuro agitado parece el campo, grises y tibios los días. Te miraba y sólo veía tu vestido tan típico de la época precesora de la cuaresma, esta época que tanto odio.

En poco tiempo cabilaba acerca de un lugar que sólo crece en las nubes mientras caían rápidos los granos formando una estéril montaña. Se acabó, me diste la última noticia, me entregaste las últimas voluntades y las firmé, el pelotón miraba al vacío mientras calaban bayonetas, los ojos sin vendar y unos pasos con tacón retumbando sobre la nimiedad de los pensamientos.

Ni las promesas tras el esperanzador sonido del teléfono, ni su cruel voz tuvieron piedad.

Apuntaron.

Fuego.

No hay comentarios: